El Festival de Cine La Mar Bella entrevistó al director Alejandro Lobo, quien ganó como productor el premio al mejor cortometraje por “Cada 75 minutos”, dirigido por Borja Ortiz, en la IV edición del festival de cine de terror.
Alejandro Lobo, quien tiene una amplia experiencia en el audiovisual, habló de sus proyectos, y de cómo ve el panorama actual del cine. Te compartimos parte de la entrevista:
En la IV edición del festival de cine de terror La Mar Bella, como productor te llevaste el premio al mejor cortometraje por “Cada 75 minutos” ¿Cómo fue revivir la experiencia de ser galardonado? ¿Qué dificultades especiales te supuso producir este corto? ¿Entre el primer premio y este, en qué aspectos dirías que has cambiado o madurado como cineasta?
Recibir un reconocimiento por tu trabajo es un caramelo que a nadie amarga. Aunque te confieso que eso de recibir premios a mí me incomoda mucho. Yo soy un tío muy “disfrutón”, que se divierte, se sorprende y aprende mucho, mucho del trabajo de todos los compañeros de profesión, empezando por los cortometrajistas, que es el género en el que hasta ahora me he movido. Por eso, cada vez que recibo algún premio, me pregunto: ¿por qué a mí y no al director de aquel corto que me gustó tanto? No sé, no me dedico a esto para competir con otros trabajos.
Pero, indudablemente, es un gesto muy bonito hacia el trabajo de todos los compañeros que hacen posible la película, y hacia uno mismo. Porque, aunque suene evidente, el cine es un arte colectivo, y los directores, productores o guionistas no somos nadie -nadie- sin el resto de miembros del equipo.
Acerca de la producción de “Every 75 minutes”, no te negaré que fue un corto muy complejo de producir. Borja Ortiz, su guionista y director, es un técnico de VFX sevillano que lleva muchos años residiendo en Alemania. Él llevaba tiempo deseando lanzarse a la dirección, y un día me llamó y me dijo: “oye, ¿qué te parece si me buscas un campo de girasoles por los alrededores de Sevilla, me reúnes un equipo de rodaje súper reducido y me lo gestionas todo para que pueda rodar un fin de semana de octubre que vuelo a Sevilla?”. ¿Girasoles? ¿En octubre? Pues sí, ahí que nos lanzamos mi buen amigo Rafael Melgar –por entonces, compañero de fatigas bajo el paraguas creativo de 35 Lobitos P. C.- y yo a buscar campos de girasoles durante los meses de julio y agosto por la Campiña sevillana, a 40 grados. Y como el girasol es un cultivo que, en el sur de España, florece en mayo, pues empezaban los primeros inconvenientes. Pero, bueno, en el fondo, esas dificultades -¡y la manera de resolverlas!- son las que le dan “sabooor” a nuestra profesión.
Y podría contarte muchísimas anécdotas. Como que, después de hablar con el Ayuntamiento del pueblo de Carmona –donde finalmente rodamos- y con los dueños de los terrenos, después de tramitar permisos varios, y de asegurarnos de que no tendríamos ningún percance raro para rodar el fin de semana propuesto, el primer día que llegamos al set… ¡descubrimos que el Ayuntamiento de Carmona había decidido organizar, sin avisarnos, una carrera ciclista que pasaba exactamente por el camino donde rodábamos! ¡Imagínate la ilusión que nos hizo!
Como ésa, tantas otras batallitas para aburrir.
Aparte de los cortos ya mencionados, también has dirigido otros como “Jonás, 18”, “Changüis”, “Patria” y “La suerte del inocente” por los que también has recibido bastantes premios y elogios, en los que hemos podido ver qué temas te interesan, con qué perspectiva los tratas. La iluminación, la estructura del guion y los personajes tan característicos, hacen que tu trabajo nunca pueda pasar desapercibido ¿Cómo definirías tu estilo? ¿Qué elementos comunes hay en tus proyectos que representen la marca única e inconfundible de Alejandro Lobo?
Pues considero que mi estilo es muy ecléctico, aunque con elementos comunes. Siempre intento elegir el look visual y narrativo que mejor encaje con la historia que pretendo contar.
Desde que empecé a rodar cortos, hace quince años, tuve claro que, aparte de ser un género en sí, el cortometraje era un fantástico campo de experimentación donde probar cosas que, de no funcionar, no supondrían una pérdida económica irreparable. Aunque también te reconozco que, con los años, me he ido sintiendo cada vez más cómodo con determinada forma de rodar, de planificar y de narrar. Pero siempre he estado abierto a seguir experimentando formas, atmósferas y géneros nuevos. Además, como se da la circunstancia de que yo he escrito los guiones de todos mis cortos, casi siempre he pretendido estructurar dramáticamente mis historias como si fueran secuencias extraídas de una entidad superior, tal vez una película, eso sí, intentando dotarlas de vida propia. Y creo que “Jonás, 18”, mi último trabajo, es un buen ejemplo de ello.
Ése podría ser un elemento común en mis proyectos. Aparte del uso de la música o de la temática que subyace en todas mis historias: el cansancio, la vejez, y el “peso” de los años.
Es inevitable hablar de la pandemia mundial del momento, en tu opinión ¿Cómo ves el panorama del cine Post-pandemia?
Pues mira, la sensación es agridulce. Y voy a imaginarme ya un nuevo mundo feliz post-pandemia.
Me parece que estamos en un momento excelente para la creación audiovisual. Se produce, se genera empleo y se consume ficción audiovisual como no se había conocido hasta el momento. Además, la existencia de tantas plataformas tipo Netflix, HBO o Amazon Prime, que están ofreciendo un catálogo tan rico y a precios tan asequibles a sus suscriptores, han conseguido que, en nuestro país, los creadores puedan dejar de hablar de la piratería sin que les corra un sudor frío por la frente.
Esas plataformas están invirtiendo y apostando por la producción propia y de calidad, permitiendo un sinfín de pelis y series buenas (algunas malas, también). Pero, indudablemente, están cambiando la forma de consumir la ficción audiovisual, el cine principalmente. Las nuevas tecnologías son también muy deudoras de esos nuevos hábitos, y eso me entristece mucho. Porque nunca, nunca será igual la experiencia de disfrutar una película en una sala de cine, en una pantalla grande, a oscuras y rodeado de otros espectadores que se asustan o se ríen a la vez que tú, que hacerlo en la pantalla de un teléfono móvil, o en una Tablet, durante un trayecto en tren a casa. El cine no debería ser un simple artículo de consumo. Hay todo un ceremonial en torno a él. Y, en ese sentido, la pandemia está hiriendo de muerte la experiencia del cine, tal como lo conocíamos. Pero, claro, es una valoración cargada de nostalgia que el futuro espectador que hoy se distrae en la cuna viendo un vídeo de La Patrulla Canina en el móvil de su madre, tal vez nunca llegue a apreciarlo.
Puedes leer la entrevista completa en https://festivalcinemarbella.com/alejandro-lobo-excellence/
0 comentarios