caballo entre Nueva York y España, a Lucía Aleñar el confinamiento y la selección de Cannes le ha pillado con la familia, en Madrid, donde celebra que su nombre se sume a la lista de realizadores españoles sobre los que el certamen francés ha puesto su mirada en los últimos años. En este 2020 extraño, son los de Fernando Trueba (El olvido que seremos), Jordi Oliva (coproductor de la cinta de animación francesa Josep, sobre el dibujante catalán Josep Bartolí), y el suyo propio. A la cineasta el término Forastera le sirve para hablar de los que se sienten fuera de lugar, de la herencia generacional y la identidad, a través de Antonia (Zoe Stein), una adolescente que se encuentra cautivada por las similitudes entre ella y su difunta abuela y que descubre un poder sobre su abuelo viudo (Miquel Gelabert). La niña no puede resistir disfrazarse, pero queda en el aire quién está habitando en quién.
Su primer cortometraje es uno de los 10 títulos con el sello de la Semana de la Crítica de Cannes 2020.
No podría estar más contenta. Nos enteramos cuando Cannes pensaba aplazarse a julio, pero a los diez días el gobierno francés declaró que no se podía celebrar ningún evento de ese tipo y nos informaron que querían seguir apoyando estos proyectos y promoviéndolos. Fue una grata sorpresa saber que íbamos a mantener el sello y que iban a continuar respaldando el corto de alguna manera. Es una edición un poco rara, pero me alegro de formar parte.
¿De dónde surge Forastera?
Empecé a escribirlo hace un par de años, por una historia personal. Falleció mi abuela y varios familiares me decían ‘te pareces un montón, sois iguales’. Y tuve esta sensación rara de extrañamiento. De verme reflejada en la foto de otra persona y no saber muy bien como reaccionar y, a partir de eso, decidí escribir esta ficción. No es autobiográfica de ninguna manera, pero sí está inspirada en este sentimiento que nos ocurre de vernos reflejados en otros.
Lo empecé a concebir como un largometraje y conocí a mi productora maravillosa Marta Cruañas y empezamos a desarrollar una versión de corto.
La adolescencia es una etapa iniciática que ha sido muy retratada en el cine.
Es el momento más vulnerable para encontrarse a uno mismo, estamos buscando quién somos, nuestra tribu, dónde nos encontramos y parecía el personaje protagonista idóneo. También que la relación central fuera entre una niña y su abuela, aunque ella haya fallecido. Son relaciones que, al ser adolescentes, a veces pasan un poco desapercibidas pero que son igual de importantes y formativas.
¿Qué cree que ha llamado la atención de los programadores?
Hicimos una apuesta visual fuerte. Es un corto más bien conceptual, con una narrativa abierta a la interpretación. No estamos imponiendo ninguna opinión sobre los personajes y eso resulta en una interpretación o posibilidad de que gente de todo el mundo lo pueda disfrutar y sentirse identificado.
A dónde vaya Forastera, irá con el aval de Cannes. ¿Para qué espera que sirva este sello de la Semana de la Crítica?
Significa mucho como arranque de carrera personal, y espero que dé más visibilidad a cortos como este, españoles y hechos por mujeres, y que tenga un largo recorrido. Estamos aplicando a distintos festivales y esperando a ver si alguno es presencial…
Rodado en Mallorca, está respaldado por La Perifèrica Produccions y por Distinto Films, la productora de Suc de Síndria, ganador del Goya. ¿Siente que esta productora apuesta por las mujeres directoras?
El rodaje estaba compuesto por mayoría de mujeres en key positions, como directoras de departamento. Fue una maravilla poder colaborar con tantas mujeres y poder crear una atmósfera donde todas las opiniones y las sugerencias son bienvenidas. Desde Distinto Films, en el sentido creativo me han dado mucha libertad para tomar decisiones y seguir mis instintos.
Se ha formado al otro lado del Atlántico, en la New York University y la Universidad de Columbia, pero en su cine pone el foco en su tierra y en la herencia familiar.
Llevo casi una década fuera, viviendo en Nueva York y la verdad es que se siente mucha morriña. A la hora de escribir me siento mucho más cómoda mirando para adentro. Mi vida en España, mis recuerdos, la nostalgia que siento es algo sobre lo que me siento muy cómoda escribiendo y pudiendo contar historias de ahí. También me gusta hacerlo en inglés, pero me siento muy cómoda regresando de alguna manera aquí. Es mi manera de volver.
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